domingo, 23 de septiembre de 2012

La evolución de los sistemas representativos, por B. Manin II

En su obra "los principios del gobierno representativo", Bernard Manin dedica su última capítulo a analizar la evolución de los gobiernos representativos. Establece tres momentos:

1. En el periodo de auge del “parlamentarismo”, los representantes eran personas que habían logrado ser prominentes en su comunidad y tienen una red importante de conexiones locales. Se trataba de un gobierno de notables, cuyas decisiones políticas y sus votos se basaban en su conciencia y criterio personal. La opinión pública sólo se expresaba a través de acciones y presiones extraparlamentarias, y el debate constituía una necesidad para la deliberación colectiva y el posicionamiento de los representantes.
2. En el segundo periodo, denominado “democracia de partidos”, los partidos establecían un fuerte vínculo identitario con sus votantes, separados por clases sociales, y los candidatos eran elegidos en el seno de los partidos por su activismo y sus dotes burocráticas. La elección era una expresión de confianza en el partido. Los representantes tenían obligaciones con las posiciones del partido y la puesta en marcha de sus planes dependía en buena medida del balance de fuerzas derivado de los resultados electorales. La opinión pública estaba estructurada y organizada por los partidos y los votantes apenas tenían acceso a informaciones contrarias a las de su partido. Las discusiones deliberativas tenían lugar internamente en los partidos, mientras que en los parlamentos hay una disciplina de voto marcada por las posiciones previas definidas por el partido.
3. Por último, en la “democracia de audiencias”, los resultados electorales ya no están determinados por las circunstancias sociales, económicas y culturales de los votantes. Independientemente de estas puede haber variaciones en las preferencias electorales. Puesto que la situación política es cada vez más compleja e impredecible, se tiende a seleccionar candidatos individuales basándose en la confianza que inspiran. La característica que hace destacar a los candidatos es el manejo de la comunicación mediática; se trata del gobierno de los expertos en medios. El electorado funciona como una audiencia que reacciona frente a la circunstancias particulares de cada elección. Como las promesas electorales no toman forma definida la independencia de los representantes es mayor. La opinión pública está marcada por los medios de masas, que tienen tendencias políticas determinadas pero no están vinculados estructuralmente con los partidos, y toman forma otros elementos de expresión de la opinión como los sondeos. En los parlamentos no suele haber discusiones deliberativas, sino que los líderes marcan la opinión que es apoyada por los miembros de su partido. Hay otros espacios de reunión y discusión entre la ciudadanía y entre grupos de interés y organizaciones ciudadanas con los representantes. En opinión de Manin en este momento hay una sensación de crisis de la representación que posiblemente esté producida por el mantenimiento o el aumento de la distancia entre gobernantes y gobernados.

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